lunes, 16 de julio de 2012

TENER O NO TENER... UN GATO


La idea de tener un gato le rondaba la cabeza desde hace unos meses. Los consideraba unos animales bonitos y que podían proporcionarle la compañía perfecta en su piso. Le apetecía sentir una presencia amable en su entorno e incluso tener la responsabilidad de atender al animal en todos los cuidados necesarios. Además, sabía que los gatos no implicaban tanta dependencia como los perros, pero algo la frenaba a la hora de tomar la decisión. 
 Ella era una mujer independiente, moderna y al tanto de las últimas tendencias en diseño, arte y cultura. Mezclaba con naturalidad la proyección de una imagen sofisticada de sí misma con un carácter abierto, divertido y dulce con el que se integraba perfectamente en todo tipo de entornos. Del mismo modo, congeniaba con un amplio abanico de amistades, así que, cuando el trabajo se lo permitía, disfrutaba de una buena diversidad de actividades de ocio. La idea de adquirir un gato simplemente iba a hacer más agradable sus horas consigo misma en casa.
 Aunque tenía personalidad sobrada para no hacer caso de tonterías y tópicos, había un cliché relacionado con las mujeres solteras y los gatos que le resultaba incómodo. Su estado sentimental no era para nada definitivo y era absurdo que la presencia de un pobre gato supusiera un síntoma de soltería permanente o de condena a una futura relación estable. Cuando se ponía a pensar en ello le asaltaban imágenes como ésta:


No quería acabar siendo una vieja solitaria rodeada de gatos, o lo que es peor, no quería que un gato fuera el inicio de una irremediable degradación mental: "la loca de los gatos" se decía a sí misma riendo. Sabía que exageraba pero no acababa de decidirse, especialmente cuando veía noticias como la de esta mujer rusa: 


Pero un día cayó en la cuenta de otro tópico gatuno diametralmente opuesto a los anteriores... Audrey Hepburn en "Desayuno con diamantes". Aunque ella no necesitara proyectar ningún tipo de imagen más que la de ser ella misma, ese icono de la sofisticación y elegancia que desprendía la mítica película romántica, le hacía mirar con otros ojos la idea de tener un mimoso felino.



Era cierto que durante la película, el personaje de Audrey pasaba por dramáticos altibajos, pero su gato siempre estaba para darle una dosis de afecto. Además, es gracias a su gato que su historia de amor culmina de la mejor forma posible. Al recordar esta escena, este cliché eclipsó a todos los demás y ya no tuvo ninguna reserva en comprarse un gato. Eso sí, esta decisión sólo podía ser revocada en el caso de que aquel afortunado que tuviera el honor de ser el hombre de sus sueños, fuera alérgico a los gatos.


Para aquella que se va a sentir aludida con sólo leer el título

martes, 10 de julio de 2012

EL ÁNGEL DE LA PLAYA


De entre las múltiples preguntas que suelen hacer los alumnos, la que probablemente me da más rabia es: "¿Y esto que explicas para qué me sirve?"  Reconozco que hay ocasiones en las que es algo complicado dar una buena respuesta, pero lo peor es que esta queja te indica que lo que les estás contando no tiene mucho interés para ellos.
Hace unos días llegó a mis manos el relato real de Tilly Smith, un ejemplo de cómo atender las explicaciones del  profesor puede salvarte la vida. El próximo curso, contaré esta historia sin dudarlo al primero que me haga la dichosa preguntita :

En diciembre de 2004 la británica Tilly Smith de diez años de edad, estaba en Phuket (Tailandia) pasando las vacaciones de Navidad junto a su familia. La mañana del 26 de diciembre, Tilly estaba dando un paseo por la playa junto a su madre y observó una serie de extraños fenómenos en el agua: había como un burbujeo incesante en la superficie y un brusco retroceso del agua en la orilla. Del mismo modo, observó como unas embarcaciones en el horizonte se movían como afectadas por un violento oleaje. Tilly no tardó en relacionar todos estos indicios con lo que su profesor de Geografía, Andrew Kearney, les había explicado en clase dos semanas antes. Sin duda, ese anómalo burbujeo y esos movimientos eran los indicios de un tsunami.
  Tilly alertó a su madre, quien en principio no tomó muy en serio las advertencias de su hija. La niña se exaltó de tal manera que su madre accedió a volver al hotel. Segura de sí misma, Tilly convenció al personal de seguridad del hotel para que organizaran el desalojo de la playa. En unos minutos, casi un centenar de clientes subían por las escaleras del edificio mientras la gran ola arrasaba la costa. El nivel del agua llegó hasta la segunda planta del hotel.
Aunque el devastador tsunami de Tailandia tuvo más de 200.000 víctimas mortales, la proeza de Tilly contribuyó a salvar la vida de un centenar de personas entre turistas y personal del hotel. De regreso al Reino Unido, Tilly fue recibida como una heroína y la prensa sensacionalista la etiquetó con el nombre de "El ángel de la playa". Durante algunos meses, Tilly desarrolló una fobia al mar debido al impacto sufrido. Hoy en día, ha superado su pánico al agua y de hecho, regresó a Tailandia en el aniversario del desastre para ser condecorada por su acto de valor.

Ya puede estar bien orgulloso el Sr. Kearney, y no sólo porque sus alumnos le escuchan con atención sino porque son capaces de aplicar en la vida real lo aprendido en clase... el culmen de todo proceso de aprendizaje.


 A todos mis compañeros docentes, para que no decaiga vuestro ánimo ante nuestro particular tsunami en forma de colosal e implacable tijera