martes, 26 de abril de 2011

EL ORIGEN DE "SUKKWAN ISLAND"


Hay libros que generan desasosiego en el lector pero que a la vez enganchan. Libros con los que pasas un mal rato pero que al mismo tiempo los disfrutas. "Sukkwan Island" de David Vann es un ejemplo de ello.
 Un padre propone a su hijo de 13 años pasar todo un año en una isla deshabitada  de Alaska. A pesar de las reticencias de su madre (divorciada hace años del padre) el chaval accede a la invitación. Al principio es la propia naturaleza la que les plantea todo tipo de inconvenientes: la dificultad de conseguir y almacenar víveres, el clima y algún inesperado accidente, hacen que el muchacho se replantee su decisión. Pero el asunto se agrava cuando empieza a descubrir comportamientos extraños en la personalidad de su padre. La situación se empezará a volver cada vez más insostenible y claustrofóbica, hasta que un impresionante punto de inflexión que deja boquiabierto al lector, hace que pases de leerlo con interés a devorarlo con ansia por conocer el desenlace.
Desde su publicación en 2009, esta obra ha recibido numerosos premios y críticas entusiastas en todo el mundo. Aunque no es el tipo de historia que me apetecía leer en este momento, reconozco que es un buen libro, con personajes perfectamente descritos y que consiguió transmitirme mucha inquietud, sobre todo por el personaje del hijo. Este padecimiento por el chico me recordó a lo que experimenté al leer "La Carretera" de Cormac McCarthy. Aunque "Sukkwann Island" es una novela muy recomendable, en mi opinión es preferible leerse antes "La Carretera". Si el libro de Vann me ha revuelto por dentro, aquella me dejó literalmente noqueado.

David Vann

 Nunca suelo preguntarme cómo se les ocurren las ideas a los autores y hasta qué punto tienen que ver con algo real, pero el caso de la creación de "Sukkwan Island" es del todo curioso. La inquietante isla donde transcurre la trama existe realmente, pero éste no es el único punto de conexión de la novela con la realidad: cuando Vann contaba con 13 años, recibió una propuesta muy similar de su padre. La diferencia es que Vann rechazó irse un año con él a un lugar aislado de Alaska. Tiempo después, su padre, un hombre depresivo y al que no le iban bien las cosas, se suicidó.
 Vann admite que empezó a escribir esta historia como una especie de terapia para afrontar la muerte de su padre. La experiencia le ha servido para comprender mejor la personalidad y las circunstancias que rodeaban a su progenitor. Pero escribir "Sukkwan Island" le ha ayudado sobre todo para librarse del  sentimiento de culpa que le asalta desde su adolescencia, al pensar que si le hubiera dicho que sí, habría evitado su muerte.
 Aunque sería perfectamente creíble que la historia de "Sukkwan Island" fuera totalmente inventada e igualmente impactante, el hecho de contar con esta vivencia personal debe haber ayudado, sin duda, a que el relato resultante sea tan escalofriante. Es evidente que, en el caso de Vann, una experiencia de tal calibre ha impregnado éste y otros relatos suyos. Así que siendo un poco bestias podríamos decir que no hay mal que por bien no venga...

David Vann de niño con su padre

 Me pregunto entonces en qué medida los autores basan sus historias en vivencias más o menos reales o cuánto habrá de inventado y cuánto de real en los personajes que han protagonizado nuestras lecturas favoritas. No creo que todos los ejemplos sean tan claros como el de David Vann, pero seguro que hay alguno que no conocemos y nos sorprendería... Ahí queda.


miércoles, 20 de abril de 2011

INSTITUTOS INVISIBLES


 Hace unos días se cumplieron nada menos que 4 años de la colocación de este cartel. Por aquel entonces, muchas familias de mi barrio con hijos en edad escolar respiraron aliviadas, ya que por fin se iban a cubrir las necesidades educativas del distrito de Jesús. Pero la construcción de ese instituto sigue sin iniciarse y eso que en el Diario Oficial de la Comunidad Valenciana nº 5481 del 30 de marzo de 2007 consideran que este solar es el I.E.S. 42, Parque de Artillería (luego pasó a llamarse IES Nuevo Patraix en sucesivas publicaciones) Qué feo eso de publicar cosas que no existen...
 La asociación de padres del colegio que hay junto a mi casa (Colegio Público Ángel de la Guarda), cuyos hijos deberían ir a este instituto invisible, llevan un tiempo realizando ingeniosas protestas: el día del aniversario del cartel, hicieron una fiesta de cumpleaños en el solar, coronando al mismo con cuatro velas gigantes que aún persisten a día de hoy. Esta tarde ha habido una nueva protesta en la que han ido al despejado solar a hacer una especie de matriculación ficticia. Es admirable que pese a su indignación, nunca pierdan el sentido del humor. Como ciudadano y como profesor de la enseñanza pública tienen mi apoyo incondicional.
 Los alumnos de este colegio adscrito a un instituto fantasma, con quienes me cruzo cada mañana o veo desde mi balcón, han pasado toda su etapa de Educación Infantil y Primaria pensando  que recibir clases en un barracón prefabricado es normal. También verán normal que se permitan grupos de ESO en un centro de Primaria o esperar 20 años una oficialmente anunciada remodelación de su cole.
Qué feo eso de prometer algo a un niño y no cumplirlo...
 Me retractaría si me convencieran de que no es posible, pero cuando te enteras de los suelos públicos y el dinero, también público, que acaba destinándose a centros privados y concertados, de los contínuos recortes en programas de desdobles, refuerzos y acogida que acaban minando la calidad educativa, sólo queda una explicación: el gobierno valenciano se empeña en desprestigiar la enseñanaza pública al máximo en favor de una enseñanza privada, que no para de recibir ayudas del dinero del contribuyente... ¿No debería ser al revés?
Qué feo eso de favorecer al que más tiene...
 A veces tengo la sensación de que a gran parte de la sociedad no le importan estos asuntos, o que lo que realmente importa son  chorradas que no tienen nada que ver con el esencial, básico e innegable derecho a una educación de calidad. Pero somos muchos los que no nos queremos rendir ante esto.
 Del mismo modo que mis vecinos no desisten en su lucha ni pierden su ilusión, muchos docentes de la pública mantenemos imbatible el entusiasmo por realizar nuestra labor día a día. Intentarán recortarnos, reducirnos y silenciarnos , pero siempre haremos lo necesario para enseñar y educar a los chavales de la mejor manera posible.

 Muchas veces, sin esperarlo, recibimos la ilusión que intentamos transmitirles a diario: les pedimos un trabajo de ampliación, voluntario, y responden al mismo de manera masiva. Hasta 41 maquetas de volcanes hechas por los alumnos hemos recibido esta semana en el departamento. El interés de la actividad y la gran calidad de la mayoría de los trabajos nos ha obligado a reservar el salón de actos del centro para exponerlos con orgullo. Mañana lo celebraremos haciendo un simulacro de erupción con una sencilla y espectacular reacción con dicromato amónico.
Estas pequeñas alegrías son las que mantienen nuestra maquinaria en marcha y las ganas de hacerlo aún mejor sean las condiciones que sean.
Ánimo compañeros.

domingo, 17 de abril de 2011

MADRES CANGURO

 La naturaleza contiene un sinfín de detalles sorprendentes en los que la vida se va abriendo paso de forma increíble. Un ejemplo que siempre me ha impresionado es el nacimiento de los canguros: el parto de un canguro sucede más o menos al mes del apareamiento. Evidentemente con tan poco tiempo de gestación, la criatura aún tiene rasgos embrionarios y pesa unos pocos gramos. Una vez la cría ha salido, emprende un titánico ascenso por el cuerpo de la madre hacia el marsupio (bolsa) ayudándose con sus aún no formadas extremidades y su cabeza. Mientras, la madre permanece inmóvil porque cualquier movimiento brusco puede ser fatal y la cría puede caer al suelo. Tampoco puede ayudarle de ningún modo porque la cría podría resultar dañada. Así que, poco a poco, va completando el lento y tenso ascenso hasta que, finalmente , entra en el marsupio donde se engancha enseguida a la mama de su madre. Dentro del marsupio, se terminará de desarrollar durante unos meses hasta que pueda salir y desenvolverse por sí mismo.



                                 VER VÍDEO DEL NACIMIENTO DE UN GANGURO

 Como la naturaleza es muy sabia, nosotros tomamos ejemplo de ella y llamamos "técnica del canguro" a una práctica empleada con los neonatos. Cuando un bebé es prematuro y necesita de incubadora, se suele alternar con este método, que consiste en mantener al bebé piel con piel sobre el tórax de la madre o el padre. Esta alternativa proporciona el calor y bienestar que necesita el recién nacido y además permite que los padres tomen más contacto con su bebé, en vez de observarlo a través del cristal de una incubadora.
Pero no hay que olvidar las razones que dieron lugar a este cariñoso tratamiento. El hacinamiento reinante en la unidad de neonatos de un hospital de Bogotá a finales de los 70, fue la causa del comienzo forzoso de esta técnica. La falta de incubadoras fue suplida con el calor materno y sirvió para que muchos bebés prematuros tuvieran un óptimo desarrollo.
Lo que en nuestros equipados hospitales es simplemente una beneficiosa práctica natural que se puede combinar con incubadora, puede ser la única solución en muchas zonas del mundo.


 Estas mujeres senegalesas que posan en la fotografía, forman parte de un programa de UNICEF que promueve esta técnica en aquellas partes del mundo donde los recursos sanitarios son un privilegio. Las criaturas que sostienen entre sus pechos pesan poco más de un kilogramo, y dia y noche, piel con piel, les proporcionan el calor y cariño que necesitan para salir adelante.
La fotografía de estas "madres canguro" forma parte de la impresionante exposición "Infancia" de la fotógrafa Isabel Muñoz. "Infancia" es un diverso retrato de niños y adolescentes de todas partes del mundo. Cada fotografía se acompaña de la historia de sus protagonistas. La mayoría, salvo alguna excepción, son relatos desgarradores. Además, hace un repaso a los 54 artículos de la Declaración de los Derechos del Niño, renovados en 1989 e incumplidos día a día en demasiadas partes del mundo.
 Una exposición muy recomendable y que podéis visitar hasta el 26 de junio en el IVAM.


PECHA KUCHA NIGHT


 Un Pecha Kucha es un original formato de exposición que fue inventado en Tokio hace unos años. En el evento, diferentes creativos, diseñadores y artistas muestran sus trabajos y proyectos siguiendo unas estrictas normas: se proyectan 20 diapositivas durante 20 segundos cada una. Así pues, en un total de más de seis minutos, el participante, llamado aquí speaker, expone y comenta su trabajo ante el público asistente.
El término "pecha kucha" es un derivado de una palabra japonesa que imita el sonido de una conversación. Algo así como nuestro "Bla bla bla"
 El "Sporting Club de Ruzafa" es una mezcla de taller y sala de exposiciones que sirve de punto de encuentro de numerosos artistas y diseñadores. Anoche desde las 20:30, se celebró allí la última edición del PECHA KUCHA NIGHT en Valencia. La edición de este año estaba dedicada a las víctimas del desastre de Japón y el dinero recaudado se destinó a esta causa. Aunque el evento tiene atractivo suficiente por sí solo, yo acudí para apoyar a mi gran amigo el fotógrafo Alfredo Llorens.
 Alfredo empezó su presentación abriéndose un poco al público, contándole y contándonos qué le había llevado al mundo de la fotografía. Tras una breve exposición de su corta pero exitosa trayectoria, Alfredo se centró en uno de sus últimos proyectos (es un trabajador incansable). En "Kaleidoscope", Llorens juega con imágenes simétricas bien para transmitir un mensaje de dualidad, o de las opciones alternativas que nos vamos encontrando en la vida. Pero buceando en la unión de estas simetrías, Alfredo saca a la luz nuevas formas e imágenes que abren la puerta a una nueva dimensión de contenidos. "Kaleidoscope" está pendiente aún de ser expuesta ál público, pero lo de ayer fue un magnífico aperitivo.
 Mientras nuestro artista defendía su cronometrada intervención, un montón de amigos le arropábamos con el corazón en un puño. Pasamos de estar nerviosísimos, pendientes de que todo saliera bien, a emocionarnos al comprobar como todo estaba yendo como la seda. La verdad es que fueron seis minutos en los que experimentamos todo tipo de sensaciones, pero cuando terminó el tiempo y después de respirar aliviados, lo único que nos quedó fue la sensación de estar tremendamente orgullosos de nuestro amigo.

Alfredo dándolo todo en su intervención. La de la foto es Nuria.

 Del resto de speakers (creo que 8 en total) salvo uno que me no me interesó mucho, los demás ofrecieron propuestas muy interesantes: mayoritariamente diseñadores gráficos que capean con su gran creatividad los difíciles tiempos que vivimos. Además, el formato en sí hace que sea un evento muy dinámico y entretenido para el público. Es decir, que un Pecha Kucha es una alternativa de lo más recomendable, y si participa un amigo, mejor que mejor. Enhorabuena Alf por esta nueva oportunidad de darte a conocer. Ayer conseguiste ponernos la piel de gallina...o "los pelos de pollo" como dicen mis alumnos.

jueves, 14 de abril de 2011

OSKAR, EL TAMBORILERO



ESCENAS MEMORABLES 11: 
Era bastante pequeño cuando vi por primera vez "El tambor de Hojalata" (Volker Schlöndorff, 1979, basada en la novela de Günter Grass) y evidentemente, no entendí casi nada. Lo que sí me llamó la atención en esta  película es el extraño físico de su joven  protagonista, David Bennent: un niño de pequeño tamaño pero con cara de parecer mucho mayor. Bennent nació en Suiza y era hijo de un reputado actor teatral y una bailarina. Mis apreciaciones no iban desencaminadas porque el joven actor tuvo realmente problemas de crecimiento, de hecho tenía 12 años cuando interpretó al pequeño Oskarcito, un niño que decide dejar de crecer el día de su tercer cumpleaños, cuando le regalan un tambor de hojalata.
 La actuación de David Bennent en la película no estuvo exenta de polémica, ya que, aunque mentalmente el personaje de Oskar crece, su cuerpo sigue siendo pequeño. Este hecho dio pie a alguna escena subida de tono en la que participaba el chaval de doce años con una actriz de 19, lo que supuso una controversia que no impidió que la película fuera un éxito internacional y recibiera la Palma de oro en Cannes y el Óscar de Hollywood.
Bennent en "Legend"

 Años después vimos a Bennent un poco más crecido y con orejas puntiagudas en "Legend" (Ridley Scott, 1985) y a partir de entonces sus trabajos en cine han sido escasos, pero ha desarrollado una sólida carrera teatral en su país. Hoy en día su peculiar físico ya no es tan llamativo y simplemente es un actor de baja estatura. Aquí tenemos muchos de esos y muy buenos.

David Bennent en la actualidad

 He vuelto a ver "El tambor de hojalata" en varias ocasiones y siempre descubro nuevos detalles y simbolismos que hacen que se confirme como una de las grandes películas de mi selecta colección.
 La historia de Oskar es la historia de Gdansk, ciudad que visité este verano y cuya región supuso un tira y afloja entre la Polonia invadida y la Alemania nazi durante la Segunda Guerra Mundial. Este conflicto está representado en las figuras del padre de Oskar, simpatizante nazi, y su tío Jan, polaco y amante de la madre, lo que da a entender al espectador que sea su padre verdadero. Oskar y su tambor rojiblanco (como la bandera polaca) serán testigos de todo tipo de vivencias del mundo de los adultos al que él se niega a pertenecer y rechaza con sus agudos chillidos.
 Podría poner decenas de momentos geniales de esta película, pero en la red he encontrado éstos:
 En la primera escena, la madre de Oskar le deja un momento en la juguetería del judío Markus para tener un encuentro furtivo con Jan. Oskar se escapa y sube con su tambor a lo alto de una torre desde donde con su singular grito, consigue romper las cristaleras de un gran edificio:   VER ESCENA 1
 La segunda ocurre en una festiva concentración del partido nazi: Oskar se cuela por debajo del escenario y con su tambor hace perder el compás a la orquesta con el consiguiente enfado de los militares. El ritmo del tambor de Oskar consigue de manera surrealista que todos los asistentes pasen de alzar el brazo con el saludo fascista a bailar un multitudinario vals: VER ESCENA 2
 Así pues, en mi sana intención de que veáis mis pelis favoritas, espero que con estas dos muestras os haya picado el gusanillo y os apetezca disfrutar de ella. La última vez que la recomendé no tuve demasiado éxito, pero yo insisto en que es una maravilla de película.


lunes, 11 de abril de 2011

MUERTE Y RESURRECCIÓN EN EL MONDÚVER


La cita senderista de este mes con los compañeros del instituto ha sido en el Mondúver, macizo de 841 m en la comarca de la Safor. La verdad es que el sector inexperto del grupo acudimos a la cita confiados después de nuestro éxito al coronar el Penyagolosa que está a mil metros más de altura. Pero no contábamos con que en aquella ocasión ya subimos en coche muchos metros antes de iniciar el ascenso. La ruta del Mondúver se inició desde Xeresa, a escasos 30 m sobre el nivel del mar, así que nos enfrentábamos a un desnivel de más de 800.
 El primer tramo hasta el almuerzo fue tranquilo: combinábamos pista forestal con sendas pedregosas y recibía prácticas lecciones de botánica de los compañeros más expertos. La primavera ya se había adueñado de la vegetación, el calor apretaba y a medida que subíamos íbamos disfrutando de unas espectaculares vistas de la costa.

Un curioso nacimiento encontrado a mitad ruta

 Pero después del almuerzo se planteó una ruta alternativa, así que había dos opciones: seguir la pista forestal hasta la cima, haciendo más recorrido o acceder a la misma por una senda con tramos de pendiente entre el 70 y 80%. Yo, sin pensarlo, tomé la segunda opción, la que precisamente tomaron los montañeros más experimentados, algunos de ellos con un impresionante currículum de escalada para los que el Mondúver no era más que un aperitivo. No sabía dónde me había metido...
 Es cierto que la pendiente era durilla, con tramos en los que tenías que trepar y zonas donde se habían dispuesto cuerdas para subir con más facilidad. El problema era que mis compañeros  subían como si lo hicieran cada día, incluso tenían aire para charlar tranquilamente. Yo, con ese absurdo orgullo de no ser el que pide un descanso , disimulaba en mi ascenso como si fuera uno más, pero realmente me estaba muriendo, me faltaba el aire y desde lo alto veía con arrepentimiento como el resto del grupo, los sensatos, caminaban tranquilamente por la pista forestal. En ese momento, se me ocurrió una patética excusa para parar sin parecer que mi vida estaba llegando a su fin: era imprescindible fotografiar las magníficas vistas y así dejaba que mi corazón bombeara tranquílamente sangre oxigenada por todo mi cuerpo. Pero mis compañeros no cesaban en su ritmo inhumano de ascenso y lo que no quería era perderlos de vista, a ver si encima no seguía la senda correcta y la terminaba de fastidiar. Ese pequeño descanso con la cámara me dio energía para acercarme al último de mis compañeros. He de decir, en mi defensa, que dos se rajaron y retrocedieron, pero tenían la coartada de ser fumadores habituales...
Cuando ya vi que mis fuerzas flaqueaban y decidí dejar de lado mi orgullo y comunicar que me iba a parar un rato, la deteriorada y cuarentona rodilla de un compañero le exigió un parón justo cuando me encontraba a su lado (¡Bendita sea tu rótula y tu líquido sinovial José Vicente!) Descansamos sólo 3 o 4 minutos pero mi cuerpo se restableció y mi respiración dejó su moribundo ritmo para ser capaz de articular unas palabras. Alcé la vista hacia la cima y emprendí el último tramo con una renovada energía.

Posando en la cima con el logo del centro junto a los repetidores de TV... desafortunadamente, el de TV3 ya no está

 Es curioso como al llegar al final, el subidón de alegría minimiza el sufrimiento vivido al máximo. Pasé de tocar fondo físicamente a estar pletórico y perfectamente listo para tomar el camino de regreso. Supongo que para muchos aficionados a la montaña mi experiencia les resultará una chorrada... pero para mí fue toda una gesta heroica y yo ayer renací como Luis I, Rey del Mondúver.
 Finalmente y como premio nos comimos un excelente arroz en la playa de Gandía y tuvimos una sobremesa amenizada con dolçaina y, a falta de tabal, darbuka... cosas de mis compañeros. Olvidado el mal rato, ya les he dicho que cuenten conmigo para la próxima cita después de vacaciones: el Montcabrer, le diré a mi amiga María que no se olvide del "Powerade".

Así es una darbuka

jueves, 7 de abril de 2011

EL CURIOSO CASO DE KEVIN O'CONNELL



 Mi amigo Paco nunca entiende qué es lo que se valora cuando se premia el sonido de una película. Admito que no soy ningún entendido en la materia pero imagino que mezclar y combinar los distintos sonidos de una escena dando la importancia necesaria a cada uno, debe ser un trabajo complicado. Ahora bien, tampoco tenemos criterio para decir cuándo una película tiene un sonido malo o, lo que es peor, qué hace que una película tenga mejor sonido que otra. Esta última afirmación hace que muchos premios de este tipo sean bastante absurdos y parezca que al final se premie a la película que en general haya gustado más, independientemente de si cuenta con más o menos disparos o explosiones.
 Este hecho que como espectadores nos resulta tan poco relevante es la clave del récord ostentado por un señor llamado Kevin O'Connell. Este mezclador de sonido nacido en Long Island en 1957 es un respetado profesional en la industria del cine norteamericano. Su talento mezclando sonidos ha quedado patente en películas como "Top Gun", "La roca", "Armmaggedon" o "Spiderman", pero su título como mayor perdedor de la historia de los premios Óscar, ha eclipsado su innegable labor profesional. O'Connell ha sido candidato a este premio en 20 ocasiones desde 1983 y nunca ha tenido el honor de levantarse a recibir la famosa estatuilla. Puede que el hombre tenga mala suerte o que la clave sea estar en la película adecuada de ese año. El caso es que en muchas de esas 20 opciones, su candidatura es la única de la película en cuestión, lo que demuestra que el tío en lo suyo vale mucho.



 Me imagino a O'Connell poniéndose el esmoquin cada año con resignación, albergando una mínima esperanza al pensar que puede que este año sí sea su año. Le imagino pensando que en vez de alquilar cada año un esmoquin sería conveniente comprarse uno de estilo clásico, atemporal, para no tener que perder tiempo cada vez en buscar uno nuevo. No sé si O'Connell está casado o no, pero después de 20 vestidos diferentes, su mujer ya estará pensando que si va repitiendo modelo tampoco nadie va a darse cuenta. Ningún fotógrafo se detiene en la mujer de un mezclador de sonido... O a lo mejor los O'Connell están hartos de ir a la dichosa ceremonia para poner una sonrisa pétrea y ver subir a un novato que ha trabajado en la película triunfadora de la noche porque es sobrino del productor.
 Quizás los O'Connell ven la gala desde su sofá, con la mantita. Junto a ellos, en la mesilla, un teléfono móvil repleto de cariñosos mensajes de ánimo.  Los O'Connell se cogen fuertemente de la mano cuando le toca el turno al premio del mejor sonido. Es en ese tenso momento cuando les asalta el terrible arrepentimiento de no haber acudido, al pensar que esta vez se va a romper la maldición. Pero en unos pocos segundos la triste realidad les devuelve al calor de su hogar. El matrimonio se mira con una media sonrisa de consuelo y piensan mutuamente: "otro año será". Apagan la tele y vuelven a dejar la botella de champagne en la nevera, que ya es muy tarde y mañana hay que ir a trabajar en una nueva y estruendosa superproducción.
 No sé si O'Connell ganará algún día, pero lo que sí puede es dejar de tener su nefasto récord: hay un compañero suyo, Greg P. Russell, que lleva 14 candidaturas sin premio... Tendrá que afinar mejor con las explosiones si no quiere destronar a nuestro Kevin.