miércoles, 28 de septiembre de 2011

NO HABRÁ PAZ PARA LOS MALVADOS de Enrique Urbizu




Aprovechando que estos días se celebra en muchas salas la semana del cine con entradas a sólo 2 euros, me acerqué a ver "No habrá paz para los malvados" de Enrique Urbizu. De este director guardaba el buen recuerdo de "La caja 507" donde ya entonces José Coronado sorprendió por su trabajo. Mi comentario sobre esta película se resume en estos 3 puntos:

1. Coronado está fantástico:
 En el festival de San Sebastián le llovieron todo tipo de elogios y la verdad es que borda su personaje de policía extralimitado y decadente. En ningún momento recurre a innecesarios histrionismos y con mucha medida hace creíble a este policía que es, perdón por la comparación, una versión seria y dramática del Torrente de Segura. Así pues, ya hace tiempo que quedaron atrás los tiempos de galán de Antena 3 y de coprotagonista con Isabel Pantoja en "Yo soy esa". José Coronado lleva muchas películas demostrando su buen hacer y su trabajo merece, por lo menos, ser candidato en los próximos Goya.

Coronado en uno de sus mejores trabajos

2. Un thriller de los buenos:
La película es un entretenido thriller que te mantiene atento y a buen ritmo hasta su desenlace. El principal atractivo de la historia es el paralelismo de las dos investigaciones: la que hace por libre el personaje de Coronado y el seguimiento policial oficial con la juez Chacón al frente. Urbizu retrata como nadie los ambientes sórdidos de los bajos fondos y como guionista sabe enfrentarse a la laboriosa tarea de que el espectador comprenda y siga su enrevesado argumento. La película va ganando a medida que sus personajes van desenmarañando la trama y acercando sus caminos.

Helena Miquel, conocida por el grupo "Delafé y las flores azules"
interpreta con acertada frialdad a la juez Chacón.

3. ...Pero tampoco es una película redonda:
La complicada y confusa trama te obliga a estar alerta en todo momento sin poder bajar la guardia, y esto, que no tendría por qué ser un defecto, puede acabar cansando. Como espectador llegué con algo de impaciencia al momento en que empiezan a atarse todos los cabos. Aunque su tramo final y su estupendo epílogo compensaron la espera, me hubiera gustado que se hubieran recreado algo más.

... Sé que más de uno se habrá quedado conforme leyendo sólo los titulares de cada punto. Zihuatanejo os lo pone cada vez más fácil.


domingo, 25 de septiembre de 2011

VILMA Y EL BAKALA




 Ya no lo aguantaba más. Vilma Picapiedra no soportaba ni un día más encerrada entre los gruesos muros de piedra de su aparante dulce hogar. Vilma se sentía ignorada por un marido que no hacía más que llamarla a gritos como un salvaje y cuyo único concepto de diversión era ir a la bolera o al autocine. Aquellos "Yabadabadú" que tan entrañables le parecían cuando eran novios se habían vuelto irritantes. Vilma estaba cansada de mantener impecable el hogar y que nadie lo valorara, cansada de salir de compras para respirar un poco y verse martilleada por la verborrea de Betty, contando sus chorradas sobre el sosaina y pusilánime de su marido Pablo. Sentía como si su vida ya estuviera programada en una irremediable y monótona hoja de ruta y no podía resignarse a cumplirla sin más. Así que una noche, cuando su pequeña Pebbles quedó dormida y arropada y el animal de su marido roncaba como si un dientes de sable estuviera rugiendo, Vilma salió de casa silenciosamente.
 Simplemente quería dar un tranquilo paseo y relajarse un poco. Vilma caminó sin rumbo hasta llegar al extrarradio de Piedradura, donde se sentó en un banco para descansar las piernas. Ensimismada en sus reflexiones, no advirtió que un joven se sentó en el mismo banco junto a ella. Vilma le miró de reojo y vio que era uno de esos bakalas  que había visto en un famoso programa de reportajes que siempre sacaba a gente desgraciada y a jóvenes sin futuro. Notó que el joven la estaba mirando fijamente y casi sin darse cuenta se vio inmersa en una surrealista conversación con el chico. Vilma no entendía muchas de las palabras de las que hablaba el bakala pero no vio en él ninguna mala intención. En unos minutos, Vilma ya había aceptado su invitación y decidió que esa noche iba a soltarse la melena.
 El chico decía llamarse "Richi" y la llevó en un llamativo coche al aparcamiento de una gran discoteca. A Vilma le llamó la atención la agresiva manera de conducir del chaval, quien hábilmente sólo usaba una mano para manejar el volante mientras el otro brazo lo mantenía apoyado en la ventanilla. Vilma bajó del coche tras el último derrape algo aturdida, percibió que para el chico esa demostración al volante era como un particular ritual de apareamiento y le pareció gracioso. En el aparcamiento, Richi le presentó a su grupo de amigos: todos parecían muy alegres dando brincos al ritmo de una potente música que salía del coche de uno de ellos. Ellas, en cambio, se contoneaban de otra manera y Vilma no entendía cómo no tenían frío con tan poca ropa al aire libre. Richi  y sus amigos sacaban botellas de un maletero y preparaban extraños combinados en vasos de plástico que Vilma no tardó en probar. Al cuarto o quinto trago ya se había acostumbrado a la mezcla de alcohol y bebida energética y como estaba dispuesta a decir que sí a todo, acompañó su bebida con un trozo de pastilla que Richi le ofreció para, según le dijo, pasárselo aún mejor.
 La primera impresión al entrar en la discoteca le hizo pararse en seco. Le impactaron los continuos flashes de luz, el sonido atronador y esa masa en movimiento de cuerpos sudorosos que saltaban y movían sus cabezas con los ojos cerrados, viviendo un trance colectivo. Como quien salta a una piscina, Vilma se mezcló con la gente tirando a Richi de la mano. Encontró un hueco respirable donde pudo levantar los brazos y empezar a moverse como los demás cerrando los ojos. Richi bailaba muy cerca de ella, quizás demasiado, pero de repente empezó a sentir cómo la música fluía por dentro de su cuerpo hasta notar como si se separara del mismo. Todo se movía más lento a su alrededor y se entregó sin contemplaciones a esa extraña sensación hipnótica. 

 Los gritos de una pelea hicieron que Vilma se despertara de un sobresalto. Estaba en el asiento trasero del coche de Richi, en un descampado próximo a la discoteca. Tenía muchísima sed y un dolor punzante en la sien, pero lo peor fue darse cuenta de que no llevaba su ropa interior. Buscó por el coche y encontró sus bragas tiradas junto al acelerador. Decidió dejarlas allí. Consternada al imaginar todo lo que había pasado, salió corriendo de aquel coche hasta encontrar un polígono industrial donde parecía que no hubieran esperado la luz del Sol para empezar la jornada.
 Un taxi dejó a Vilma en la puerta de casa. Aún no había amanecido. Con mucho sigilo comprobó que su pequeña estaba bien y entró en su dormitorio donde los ronquidos de Pedro resonaban por toda la habitación ajenos a la aventura vivida por Vilma. Después de asearse un poco y ponerse el camisón,Vilma se metió con cuidado en su lado de la cama. Sabía que debía sentirse avergonzada y arrepentida por lo que había hecho, pero extrañamente y por primera vez en mucho tiempo, se sentía viva. Vilma cerró los ojos y se durmió con una sonrisa en los labios.

Para María y Dani

sábado, 24 de septiembre de 2011

LAS PREGUNTAS DE LA VIDA




"El árbol de la vida" de Terrence Mallick

Esta semana planteé a mis alumnos de bachillerato si era compatible la creencia en Dios con la ciencia. El debate dio bastante de sí y la mayoría acordó colocar a Dios allí donde la ciencia no ha llegado aún. Para algunos eso suponía una prueba de su inexistencia y para otros todo lo contrario. En general, el grupo dejó bien claro que lo que no admitían es un Dios de doctrina y obligaciones y lo consideraban  como un ente o una energía más cercana a la Física que a la Iglesia. Me llamó la atención que todo quedara en una confrontación entre creyentes y ateos y nadie considerara el agnosticismo o en simplemente asumir el misterio. Parece que tenemos la necesidad de dar respuestas a todo y que conformarse con lo que nos rodea no sea suficiente.
 Justo estos días he visto "El árbol de la vida" de Terrence Mallick y me acordé de aquella clase. La película de Mallick plantea muchas de las preguntas que el ser humano se ha hecho a lo largo de la historia. Sus protagonistas lanzan sus cuestiones a Dios intentando dar sentido a la vida mientras un niño se abre paso en el mundo entre el autoritarismo de su padre y el cariño incondicional de su madre. Me da la sensación de que Mallick no pretende que el mensaje de su película sea que Dios es la respuesta, aunque a sus personajes les sirva, de hecho intercala unos quince minutos de imágenes espectaculares sobre la creación del Universo y el origen de la vida en los océanos que se acercan más a las tesis científicas que a las religiosas. Es cierto que en este tramo pasa por alto el desarrollo evolutivo, no sé si por evitar el cabreo de algunos compatriotas suyos, pero hubiera estado bien. El caso es que muchos pensarán que es muy pretencioso intentar dar sentido a nuestra existencia con una película, pero a mí la apuesta me parece tan arriesgada como atractiva. La sucesión de imágenes de nuestro mundo, la forma de mover la cámara como si bailara alrededor de los personajes, el detallismo de algunos planos, hacen que esta película sea, como he leído por ahí, un auténtico poema visual. "El árbol de la vida" eleva la existencia de una persona cualquiera a niveles épicos, ensalzando la grandeza que se encierra en cualquier vida humana, insignificante en la inmensidad del Universo. 


 Quedé bastante embobado durante sus más de dos horas de narración con escasos diálogos. Es cierto que conociendo a su autor, sabía más o menos el tipo de película al que me enfrentaba, por lo que iba predispuesto a ello, no como parte del público, que abandonó la sala maldiciendo a la pantalla.
Mallick ha dirigido sólo 5 películas en 40 años y dicen que es porque cuida y perfecciona sus imágenes hasta el último detalle. De hecho, esta película tenía el estreno anunciado hace más de un año pero quiso darle un repaso más antes de presentarla al público. La verdad es que una vez vista se nota ese empeño del autor.
 En definitiva, creo haber comprendido lo que me están tratando de contar y el conjunto me gusta, no me llega a sacar de la película y me satisface, pero también es cierto que es su poderío visual más que su contenido lo que deja poso una vez digerida la película. 

lunes, 19 de septiembre de 2011

MUÑECOS QUE SE ENFRENTAN A LA VIDA ADULTA



 Ante la idea de ver un musical protagonizado por marionetas te asalta el prejuicio de pensar si va a ser demasiado infantil. Conscientes del riesgo que esto supone, Avenue Q advierte en su anuncio que no es un espectáculo para niños y se encarga de acompañarlo de adjetivos como "gamberro" y "original". Una vez visto, desde luego para niños no es. 
 Desde sus primeros minutos, se observa un empeño de sus creadores en dejar bien clarito que su show está destinado a un público mayor de edad. Ahora bien, esa insistencia consigue a veces el efecto contrario y por momentos lo único que me transmitía era esta sensación: "Marionetas que dicen tacos y hablan abiertamente de sexo... ¡Uy que transgresoras! ¡Qué malotas! Parecía fácil e incluso infantil pretender ser irreverente de forma tan forzada. Afortunadamente, esto sólo queda en una inicial declaración de intenciones y luego la obra fluye y va ofreciendo al espectador una historia muy entretenida. Así que mi precipitada opinión negativa se fue diluyendo poco a poco.
 En Avenue Q un grupo de jóvenes coincide en un barrio de Nueva York y comparten sus sueños y frustraciones ante el abismo que les supone enfrentarse a la vida adulta: la del compromiso, las facturas y la responsabilidad, entre otras cosas. Algo así como si los muñecos de Barrio Sésamo con los que crecí, se dejaran de diferenciar entre "cerca" y "lejos" y se dieran de bruces con la más dura realidad.
 Los números musicales están bien resueltos y las canciones son más que aceptables dentro del género. Cualquier altibajo de la obra es más que salvado por un genial elenco de jóvenes intérpretes que además de cantar fenomenal, están realmente graciosos. Por si alguien no sabe cómo es la puesta en escena, los actores que manejan marioneta no esconden su rostro, de modo que su cara interpreta lo que a veces el muñeco no termina de expresar.
 En definitiva, un par de horas divertidas que supusieron un broche perfecto para el fin de semana. Aunque para algunos sería un defecto, hubo un gracioso momento en el que a una de las actrices le entró la risa contagiando a sus compañeros y al público. Al final sacaron la escena adelante entre aplausos... La verdad es que el público del Olympia estaba muy entregado. Para los que tengáis ganas de verlo, lamentablemente, ayer fue el último día en Valencia.

     

martes, 13 de septiembre de 2011

BARRIO DE LA PROSPERIDAD / CALLE DEL PORVENIR



Calle del porvenir. Elda

Lo que vais a leer a continuación es un diálogo bastante ajustado a la realidad que no es más que un compendio de varias conversaciones que han tenido lugar este verano:
Anónimo/a: ¿Ya tienes piso en Elda?
Luis: Sí, tengo uno bastante apañado por 300 euros
Anónimo/a: ¿Vas a compartir?
Luis: No, para mí solo. Aunque tiene dos habitaciones... Nunca se sabe.
Anónimo/a: ¿Y está amueblado y todo?
Luis: Sí, sí, con los electrodomésticos y todo equipado. Además está lejos del instituto, a unos 25 minutos andando.
Anónimo/a: ¿Y eso es bueno?
Luis: Claro. Síiiiiii.....Es un coñazo bajar a comprar el pan y que te griten "profeeeee" por la calle. Cada vez que los alumnos te ven en una actividad cotidiana se exaltan. Se piensan que vivimos las 24 horas entre libros y no tenemos vida. ¿Pero sabes lo que está muy bien del piso?
Anónimo/a: ¿Qué?
Luis: El nombre del barrio: "La prosperidad"
Anónimo/a: ¡Qué bueno! 
Luis: Pero aún hay más  ¿Sabes cómo se llama la calle? "Calle del porvenir"
Anónimo/a: Ah, como la canción de Sabina
Luis: No
Anónimo/a: ¿No?
Luis: La de Sabina era "Calle melancolía"


Aún es pronto para una opinión definitiva, pero mis primeros días en Elda están yendo bastante bien. La incertidumbre de cómo se desarrollará todo me produce siempre una especial curiosidad. Me estoy haciendo al piso, a la ciudad y al nuevo centro y ojalá el nombre de la calle y del barrio sean una buena señal. Espero que el tiempo que tenga que estar aquí no piense en el tema de Sabina nada más que como lo que es: una bonita canción que nada tenga que ver con mi situación.



viernes, 9 de septiembre de 2011

LA PIEL QUE HABITO de Pedro Almodóvar



 Normalmente, las películas de Pedro Almodóvar me suelen gustar bastante, sobre todo aquéllas en las que transita con maestría entre la comedia y la tragedia. Pero tampoco soy un defensor acérrimo, ya que hay veces que considero que el resultado ha sido fallido (La mala educación, Kika...). 
 Su última obra se ha promocionado como un cambio de registro hacia tonos más oscuros e incluso como una arriesgada propuesta entre el thriller, la ciencia ficción y el terror. Algo de todo eso hay en La piel que habito y desde luego la concesión a su habitual comicidad queda reducida a un par de secuencias. 
 La película avanza con interés y cierta frialdad hasta un punto en el que no hay retorno posible. Es en este tramo del argumento donde o entras de lleno y participas del juego o te desvinculas del todo como le ha ocurrido a un sector de la crítica. Es verdad que hay riesgo, lo que se plantea puede resultar extravagante, pero es precisamente donde pienso que la película gana puntos y me ha captado del todo. 
 Sea más o menos fácil digerir la fascinante historia de la película, lo que es innegable es la perfecta calidad técnica que ofrece: Almodóvar consigue unos planos y encuadres geniales y además el conjunto se arropa con una magnífica fotografía, ambientación ( esta vez menos colorista, así lo exige la trama) y la siempre envolvente música de Alberto Iglesias.
 Hay detalles cuestionables en su guión: el personaje de Marisa Paredes parece un simple pretexto para que el espectador conozca detalles cruciales del protagonista, por no hablar del delirante papel de Roberto Álamo, una forzada manera de hacer que la historia arranque. Aunque la frase final cierra la película de manera genial, pienso que, puestos a arriesgar, la historia daba para un desenlace algo más grandilocuente.
 En cuanto a los protagonistas, Banderas aprueba con holgura en su regreso al cine español. Viendo lo que había hecho últimamente, no es tan meritorio decir que es su mejor trabajo en años. Siempre he pensado que su mejor papel fue el de "Átame". Eso sí, la que brilla como nadie es Elena Anaya, está fantástica.
  Es muy importante no saber nada de su argumento , ya que desvelarlo mínimamente sería arruinar la película. No será un "Almodóvar" de esos que no me canso de ver como "Volver", entre otros muchos ejemplos, ni creo que esta nueva piel en la que se ha metido sea un punto de inflexión en su estilo, pero admito que el resultado final es satisfactorio y notable.


  

domingo, 4 de septiembre de 2011

LA BOFETADA de Christos Tsiolkas




 Durante una barbacoa en la que se reúnen varios matrimonios con sus hijos pequeños, se produce un incidente desagradable: uno de los niños se empieza a comportar de forma horrible sin que sus padres hagan nada para remediarlo. En un momento conflictivo y tenso, el niño en cuestión empieza a pegar patadas a uno de los adultos y éste le propina una bofetada. El hecho de la bofetada en sí y especialmente, que viniera de alguien que no era el padre del crío, provoca una diversidad de reacciones y desencuentros entre los diferentes personajes.
 A partir de esta situación, el libro va indagando en las vidas de todos los asistentes a la barbacoa con un estilo narrativo ágil y muy directo. Llama la atención cómo se recrea en el vocabulario vulgar y cómo desvela actitudes reprochables en la mayoría de sus personajes. Parece que el autor ponga a prueba la empatía del lector con los protagonistas... Muy pocos resultan simpáticos.
  Además, hace un retrato de la sociedad australiana en la que la mezcla racial y cultural nos es precisamente un ejemplo de fraternidad y donde nadie parece sentirse realmente apegado al lugar donde vive. Resulta algo excesivo que muchos de sus personajes tengan turbios pasados de promiscuidad, adicciones y violencia. El conjunto resultante es una auténtica bomba de relojería, un hervidero de conflictos y traiciones que puede resultar incómodo para algunos lectores... Pero a mí me ha parecido bastante interesante y atractiva.
 En definitiva y haciendo honor a su título, lo que este libro provoca es un sonoro tortazo a las sutilezas y a la insinuación como virtud. Recomendable para aquellos que busquen una historia potente y sin rodeos.