viernes, 22 de julio de 2011

LOS BORREGOS

Estos días he visitado la ciudad de París y aunque el clima no ha acompañado mucho, he podido disfrutar al máximo de los innumerables valores que han hecho que mucha gente la considere una de las ciudades más bellas del mundo. Como turista, sabes que hay determinados rincones en los que vas a coincidir con mucha gente y simplemente hay que echarle un poco de paciencia para hacer más llevaderas las colas y aglomeraciones.
 Ahora bien, hay veces que el turismo se transforma en borreguismo y convierten el interés en conocer algo en un momento de lo más absurdo. Cuando visitas el Louvre y entras en la sala donde está La Mona Lisa te encuentras algo parecido a esto:


 Allá al fondo del todo, entre los brazos de esa turista con coleta que levanta su cámara, se puede apreciar el cuadro de Leonardo. Cuando los turistas pasan a ser borregos te empujan, te pisan y te golpean sin ninguna consideración. Se agolpan y precipitan hasta los límites de seguridad de la obra para hacer una foto de mala calidad del cuadro. Pero a los borregos no les importa si la foto es equiparable a una postal o reproducción, a los borregos sólo les importa dejar constancia de que allí han estado y han cumplido con su deber turístico. Esto es lo más cerca que estuvimos de La Gioconda y me negué a intentar meterme en el tumulto para salvaguardar mi integridad física.
No voy a negar las virtudes de esta pintura de Da Vinci: es un bonito retrato que sirvió de modelo para artistas posteriores, un ejemplo de la técnica del sfumato y del empeño por conseguir la profundidad en la pintura. Ahora bien, los motivos por los que concentra tanto borreguismo son otros: hay muchos supuestos misterios que rodean al cuadro, desde la verdadera identidad de la señora, el motivo de la ausencia de cejas o incluso la duda de su embarazo. Quizás es el tema de la sonrisa lo que haya dado más de sí: resulta que la ligera sonrisa de la señora es "enigmática" y eso ha dado para un sinfín de estudios "científicos" de expertos en percepción visual que no llegan a acordar si realmente sonríe o esconde amargura.
 Sinceramente, a mí este tema me parece una chorrada descomunal y lo único que consiguen es que la gente llegue a perder la dignidad por ver un cuadro que, sin restarle calidad artística, es tan atractivo como centenares de obras que hay en el Louvre. Por poner un simple ejemplo, este precioso cuadro de Delacroix llamado Huérfana en el cementerio ofrece un montón de valores artísticos, pero como ningún supuesto misterio le ha acompañado a lo largo de los siglos, los borregos lo ignoran y no se agolpan ante él. De hecho, en la sala donde lo vimos no había más de tres o cuatro personas.


¿A quién mira esta chica? ¿Qué oculta entre su ropa? ¿Está asustada?... Si alguien se empeñara podríamos hacer de este cuadro un foco de atención borreguil. Prefiero que no.



1 comentario:

  1. Joder, macho! Yo he visto la Gioconda un par de veces (la última en 2006 - post "Código da Vinci") y jamás me he topado con esa multitud...
    Es verdad que el cuadro es demasiado pequeño comparado con su fama, pero no pensé que llegara a este extremo de fanatismo.
    Como friki y "amigo del misterio" que soy, me entretienen mucho los temas extraños que rodean a Leonardo, aunque no lo suficiente como para liarme a codazos con tanto borrego.
    Creo que escogiste un mal día para ir al Louvre.
    Respecto al cuadro de "La huérfana"... sinceramente, creo que estaba mirando al frente, pero en el último momento se giró porque estaba cansada de posar. Tiene cara de estar diciendo: "¿Falta mucho? ¿Puedo ir al baño?"

    ResponderEliminar