miércoles, 29 de junio de 2011

EL VIAJE DE S. Una historia real.


Muchas veces los alumnos se quejan de cualquier tontería como si fuera un asunto de vida o muerte. A la mayoría de ellos, ese extremismo adolescente no les permite valorar lo afortunados que son realmente. Vivir relativamente bien ha provocado que algunos se conviertan en unos acomodados que se desesperan si, por poner un ejemplo, se les castiga a no usar el móvil un fin de semana.  
 Por eso, historias como la de S. son como una saludable bofetada a las conciencias. S. es una alumna de nuestro centro que se sorprende cada vez que uno de sus compañeros se enfada o lamenta por cosas a las que ella no da tanta importancia. Animada por su profesora de Sociales, S. decidió escribir su historia y leerla ante la clase:

No recuerdo muy bien las cosas porque era muy pequeña, pero mis padres me han ayudado a completar la historia:
 En 1993 Armenia entró en guerra con Azerbajan. La guerra duró dos años en los que mi familia sobrevivía sin luz, gas y, a veces, ni agua corriente. Los tiroteos acabaron y la guerra terminó, pero el país estaba en una situación económica muy mala. Como no había trabajo, mucha gente iba a probar suerte en otros países como Rusia, Ucrania o Alemania.


Mis padres decidieron emigrar a Alemania y pagaron con sus ahorros a unas personas que les prometieron llevarnos allí en un autobús. El autobús no nos llevó a Alemania. Nos dejaron en Rusia y se marcharon con nuestro dinero: nos engañaron.
En Rusia nos tocó buscarnos la vida. La policía nos llevó a una especie de piso donde estaban los inmigrantes ilegales preparados para ser deportados. Recuerdo que muchos quemaban o escondían sus papeles para no ser deportados.
Creo que después de Rusia estuvimos en Ucrania y luego fuimos a la República Checa, donde unos amigos nos alojaron en una casa cerca de un bosque. Recuerdo que era invierno y celebramos allí la Navidad. Como no podíamos estar allí, tuvimos que salir del país a pie atravesando el bosque nevado... La nieve me llegaba por la cintura. Tuvimos que enterrar todas nuestras pertenencias y todo aquello que sirviera de pista para la policía. También se enterraron mis regalos de Navidad.



 Así llegamos a Alemania, donde un tío mío nos buscó un apartamento pequeño. Mis padres no tenían trabajo y pasábamos hambre. Vivíamos escondidos de la gente y mis padres nos dejaban dormir muchas horas manteniendo las persianas bajadas para que tardásemos más en despertarnos y así no quejarnos del hambre.
Tiempo después llegamos a España: vivimos una temporada en casa de unos amigos porque al ser ilegales no podíamos alquilar nada por nuestra cuenta. Mi madre, que estudió dos carreras para ser profesora y psicóloga, encontró un trabajo de limpiadora. Han pasado unos años, ahora mis padres tienen trabajo y ya somos legales en España. Pronto tendremos la nacionalidad.
Creo que mis padres fueron muy valientes al huir de esa manera con sus dos hijos. Les estoy muy agradecida.
S. estudia 3º de ESO y está muy feliz viviendo aquí. Tiene recuerdos aislados de lo que vivió en su infancia. Ahora que tiene 16 años, valora especialmente como sus padres se esforzaron para que tanto ella como su hermano viveran esa situación de la mejor forma posible: sonriendo y jugando constantemente con ellos.

domingo, 26 de junio de 2011

A VUELTAS CON EL ARTE

"El Arte. Conversaciones imaginarias con mi madre" de Juanjo Sáez


 Muchas veces observamos una obra de arte contemporáneo y nos quedamos atónitos. Como sabemos que es "arte"  y está en un museo, nos escudamos diciendo que no lo entendemos. Otras veces nos hartamos de ese complejo de inferioridad del público hacia el artista y afirmamos que es una tomadura de pelo y que lo que estamos viendo es, básicamente, una mierda. Pero hay veces que aún sin entender el por qué o el objetivo de la obra, consigue despertar en nosotros alguna emoción, alguna conexión con nuestras vivencias. Esta sensación también puede percibirse si tenemos la suerte de conocer lo que el artista quiere expresar, algo que intencionadamente o no, no siempre se facilita al público.
 En su último libro, Juanjo Sáez hace una serie de reflexiones sobre lo que es el Arte y la figura del artista. Esta obra es una mezcla de novela gráfica, cómic y ensayo con unas pinceladas autobiográficas. El autor, a través de una serie de conversaciones imaginarias con su madre, hace un recorrido por todas las concepciones del arte y por varios de sus representantes: Calder, Miró, Picasso, Warhol, Dalí, Tàpies...
 El libro nos invita a abrir la mente hacia todo tipo de obras y critica esa forma de valorar el arte que tiene parte del gran público, en la que prima la técnica y las horas de trabajo empleadas sobre la creatividad. Pero también vierte sus críticas personales sobre aquellos artistas que centran su obra en hacer simplemente lo que no se ha hecho antes, sin tener otra función o meta. Estos artistas presumen de su creación libre cuando, según Sáez, consiguen obras sin ninguna finalidad.


Juanjo Sáez con su madre, involuntaria coprotagonista del libro

 "El Arte. Conversaciones imaginarias con mi madre" es un entretenidísimo viaje lleno de humor, ternura y anécdotas curiosísimas, cuyo gran valor es la cercanía con la que está escrito y la gran expresividad de sus sencillísimos dibujos. Leyendo este libro nunca más diréis cosas como "Esto lo hace un niño de cinco años" ni pensaréis que el hecho de ser artista es exclusivo de unos privilegiados con un don especial. Además, nos demuestra que, sin ser conscientes de ello, la vida de cualquiera de nosotros encierra auténticas obras de arte... Pero para que lo averigüéis, os invito a disfrutar de este fantástico y recomendable libro.



A Jose y Rosa. Gracias

viernes, 17 de junio de 2011

ESTRENOS SEMANALES: Una de cal y otra de arena


"Un cuento chino" de Sebastian Borenzstein

Ricardo Darín es uno de esos actores cuyo prestigio precede a cualquier cosa que haga. De hecho, si alguien pregunta por esta película, será normal escuchar que es "la última de Ricardo Darín". La verdad es que no es para menos, porque una vez más, el actor argentino da una sobrada muestra de su talento. En "Un cuento chino" interpreta a un malhumorado y solitario ferretero que acoge a un chino extraviado y con el que prácticamente no puede comunicarse. La relación que se establece con su repentino inquilino, hará que el personaje vaya sacando a relucir la bondad y ternura que sus circunstancias personales habían tapado a lo largo de los años.
"Un cuento chino" es una película amable, entretenida y con momentos divertidos, pero su gran mérito es que su comicidad nunca cae en la vulgaridad ni su historia en la sensiblería. No es una película que arriesgue o deje un gran poso en el espectador, ni tampoco provocará sesudas reflexiones. Sus dignas pretensiones no van más allá que las propias de una buena comedia costumbrista. Una pequeña película que fácilmente gustará a todo tipo de públicos. Recomendable.


"Micmacs" de Jean Pierre Jeunet

El director de películas tan conocidas como "Delicatessen" y "Amelie" nos ofrece en esta ocasión un peculiar alegato contra las armas. Jeunet permanece fiel a su personal estilo visual con una frenética cámara y una cuidadísima ambientación. "Micmacs" narra la historia de un  hombre que malvive con una bala alojada en su cerebro y que quedó huérfano por culpa de las minas antipersona. Ayudado por unos extravagantes compañeros, ideará diversos planes para hundir la industria armamentística.
 El arranque de la película, donde se nos presenta al protagonista, es formidable. Son diez minutos del mejor talento del director con algunas reminiscencias al humor de las películas de Chaplin. Lástima que a partir de este inicio se sucedan una serie de secuencias a cada cual más rocambolesca y disparatada que me fueron distanciando poco a poco de la película. Salvo algún momento ocurrente, prevalece el espectáculo visual circense sobre una trama cada vez más pobre y llena de apaños, lo que reduce su mensaje pacifista  a un mero pretexto.
 Una película excesiva y aparatosa que queda a larga distancia de sus anteriores éxitos. Eso sí, hay que tener en cuenta que a mí los destarifos no me suelen gustar si no hay un sólido guión que mantenga el espectáculo. Lo comento porque el público que asistió al preestreno salió bastante más satisfecho que yo . Así que, allá ustedes.

miércoles, 15 de junio de 2011

HISTORIAS DEL Sr. PÉREZ

Me contaba ayer una compañera en la comida, que su hija pequeña se encontraba con 5 euros bajo la almohada cada vez que se le caía un diente de leche. Además de pensar lo bien que el ratón Pérez se había adaptado a los nuevos tiempos, recordé un par de anécdotas del roedor en cuestión:
 Cuando mi amigo J. era un chavalín se encontró, jugando en un descampado, un cráneo de cordero. Al ver que alguno de los dientes estaba suelto, se le ocurrió una estupenda idea. Cogió el diente y lo puso bajo su almohada pensando que el ratoncito Pérez no iba a saber de dónde provenía realmente.


 A la mañana siguiente J. se llevó una sorpresa al ver que el diente ya no estaba y en su lugar había una moneda de 100 pesetas. Una vez había comprobado lo fácil de engañar que era el Sr. Pérez, decidió hacer negocio. Buscó una buena maza y volvió al descampado para liarse a golpes con el cráneo. Cuando tuvo en sus manos todos los dientes posibles, volvió a casa para guardarlos. Cada noche, J. ponía uno de los dientes bajo la almohada y por la mañana se encontraba una nueva moneda. J. estaba encantado con su fraudulenta manera de ganar dinero fácil... Ya desde pequeño demostró ser un tipo muy espabilado. A sus padres les debió hacer gracia la ocurrencia de su hijo y le siguieron el juego un par de noches más. En la cuarta o quinta mañana, J. levantó la almohada y vio que el diente no estaba, aunque tampoco había una moneda. Esta vez el ratón Pérez había dejado una nota en la que le invitaba a dejar de tomarle el pelo de una vez.



 La siguiente anécdota me tiene a mí como protagonista: en mi casa nunca se ha seguido la tradición del ratoncito Pérez, como mucho con el primer diente. Hubo una ocasión en la que me puse bastante pesado en obtener mi recompensa a cambio del diente y eso que sabía perfectamente a quién tenía que pedirlo (En mi casa sólo se creía en los Reyes Magos y punto). El caso es que después de perder un diente almorzando, exigí con insistencia encontrarme con un regalo o con dinero bajo mi almohada.
 A la mañana siguiente me desperté porque me encontraba incómodo, había algo voluminoso bajo mi almohada que me molestaba. Cuando tomé conciencia de lo que podía ser, me incorporé de un brinco pensando qué pedazo de regalo me habían dado por estar mellado una vez más.  Mis ojos no daban crédito al cerciorarme de lo que habían puesto bajo mi almohada: una sobrasada.
 Sí, una sobrasada... y no una de esas en tarrina que hacen ahora, una bien embutida. Me levanté indignado, cabreado y casi desnucado con la sobrasada en la mano. Me dirigí furioso a mi madre para pedirle explicaciones.
-¡Así no es!- le repetía.
-¡O un regalo o dinero... Pero no una sobrasada!
A lo que mi madre tranquilamente respondió:
-¡Pero si la sobrasada te encanta! ¿No me pediste el otro día que comprara?
Esa fue la última vez que Pérez vino a visitarme. De dos maneras bien distintas a J. y a mí nos dejaron claro que ya estábamos mayores para tonterías. Así que no nos quedó otra que esperar a los cumpleaños o a Navidad para recibir regalos por mera tradición.




domingo, 12 de junio de 2011

A CUATRO PATAS Exposición de Alfredo J. Llorens


El pasado viernes se inauguró la última exposición fotográfica de mi amigo Alfredo Llorens en la sede del Col.lectiu Lambda y allí acudimos todos sus seguidores habituales para apoyar el evento. Si en "knifelife" usaba los cuchillos como elementos a través de los cuales se nos abría paso a multitud de historias y sensaciones, esta vez todo parte de unos muebles cotidianos y rara vez protagonistas de una obra de arte: las sillas.
 En "A cuatro patas", las sillas son usadas como personajes de una pequeña historia o bien como símbolos de alguna idea que se pretende transmitir. Como espectadores os será fácil en algunos casos desentrañar la anécdota que hay detrás de cada imagen, al margen de su indudable calidad estética. Las fotos están expuestas sin sus correspondientes títulos, ya que el artista no ha querido condicionar la libre interpretación del público. De esta manera, se amplían las posibilidades de interacción y de proximidad con el visitante.


Alfredo Llorens presentando su último trabajo

 Más allá de la intención del autor, una imagen puede sugerir un sinfín de reacciones dependiendo de cada persona. Así, uno puede estar disfrutando de una serie de fotografías protagonizadas por sillas, identificándolas con algún momento personal o simplemente admirando la belleza de su composición, color y  encuadre, sin saber que la idea que sirvió de inspiración es, por ejemplo, la pérdida de memoria del mal de Alzheimer.
 En vuestra visita a "A cuatro patas", un variado conjunto de sillas os hablarán del amor, la infancia, las diferentes clases sociales; o bien de temas más concretos como la pérdida de la huerta, la muerte de un niño, el maltrato...e incluso un personal autorretrato.


María admirando las fotografías

 No os perdáis esta exposición que estará abierta hasta el 30 de junio de 17 a 20 horas en el Col.lectiu Lambda (Calle Vivons 26, Russafa)

lunes, 6 de junio de 2011

NUESTRO LUGAR EN EL MUNDO


Hoy ha sido, oficialmente, el último día de trabajo de mi padre. Se jubila merecidamente tras nada menos que 47 años ejerciendo la medicina y aunque ha alargado al máximo posible su vida laboral, creo que va a agradecer y disfrutar la nueva etapa que se abre ante él. Curiosamente, la casualidad ha querido que el mismo día que mi padre cuelga definitivamente la bata, a mí me adjudiquen mi destino definitivo en mi trabajo como profesor: Elda.
  Soy consciente que su cambio es mucho más significativo, que lo mío es una mera reubicación. Pero el término "definitivo" pesa mucho: por fin voy a dejar de cambiar de centro cada año y voy a poder ejercer de forma continuada en un instituto, con las ventajas e inconvenientes que eso conlleva.
 Aún queda demasiado tiempo explicando las partes de la célula como para pensar dónde daré la última clase de mi vida y experimentar la sensación que debió tener mi padre hoy al mediodía. ¡Qué momento salir por la puerta y arrancar el coche hacia casa por última vez!

Éste no es mi padre, aunque espero que esté igual de contento

No sé cuántos años tendré que estar en Elda para acumular puntos suficientes que me permitan volver a acercarme a casa... Algo me dice que no serán pocos. Aunque el lugar del que venimos siempre está presente y en ocasiones la tierra tira de uno, me he acoplado muy bien allá donde Conselleria me ha arrastrado en los últimos años. Pero existe la posibilidad de que pase tanto tiempo allí, que acabe considerándolo también "mi casa". A saber lo que me espera . 
 De todas maneras, 141 km no es una distancia que te obligue a perder mucho contacto con tu gente, ni para que, con el paso de los años, acabe llegando a decir que "soy de Elda"... Con todos mis  respetos a mis futuros vecinos.
 Y toda esta reflexión sobre dónde echaré raices o cuál será mi lugar, independientemente de la distancia, me recuerda a esa maravilla de película que es "Un lugar en el mundo". Como dice el chaval al final de la película de Aristaráin:
 "Me gustaría que me dijeras cómo hace uno para saber cuál es su lugar. Yo por ahora no lo tengo. Supongo que me daré cuenta cuando esté en un lugar y no me pueda ir. Supongo que es así. Ya va a aparecer. Todavía tengo tiempo de encontrarlo"


domingo, 5 de junio de 2011

CONCIERTO DE ANIVERSARIO


Resulta que el grupo "Manel" se enteró que un servidor cumplía años el 4 de junio y decidió venir a actuar a Valencia a modo de regalo... Aunque evidentemente no fue así, no sería justo contarlo de esta manera, ya que el hecho de que asistiéramos al concierto se debe únicamente a que mi amigo Óscar fue lo bastante astuto para comprar las entradas el pasado 15 de marzo, sólo unas horas antes de que se agotaran por completo. Nunca dejaremos de agradecérselo.
 Además, estaba el aliciente añadido de que el concierto era en El Musical, teatro situado en la Plaça del Rosari, entre el Cabanyal y el Canyamelar. Aún no había ido a este pequeño teatro y me apetecía mucho verlo:

Fachada del teatro con su impresionante puerta de entrada

Tras llevar unas décadas cerrado, este teatro se reabrió en 2004. Según me cuenta mi madre, que vivió en el Canyamelar hasta que se casó, era antiguamente uno de los cines del distrito marítimo.
 Antes del concierto, fuimos a picar algo a la legendaria Casa Guillermo (El Rey de la anchoa) en la Calle Progreso 15, que también ha sido remodelada recientemente y su tapeo en la terraza interior es del todo recomendable. Por el camino no pude evitar hacer una foto al escaparate de una pastelería donde vendían estas tartas que además de horteras, no tenían una pinta muy apetecible:

Menos mal que era demasiado tarde para que mis amigos me ofrecieran una como tarta de cumpleaños

 El concierto:
Lo primero que me llamó la atención mientras esperábamos el inicio del concierto ( no hicimos mucho caso a la cantante que actuaba de telonera) es la capacidad de "Manel" de reunir a un público de edades y estilos muy diferentes. Creo que eso dice mucho a su favor.
La verdad es que el concierto fue impecable: su directo sonó a la perfección, el sutil sentido del humor de su cantante conectó muy bien con el público y creo que nadie salió defraudado. Es cierto que el comienzo fue algo tímido: quizás a parte de los presentes se nos hacía raro seguir un concierto sentados o quizás el grupo tardó un poco en buscar la interacción del público. Todo cambió cuando tocaron "Boomerang", ya que los asistentes se pusieron espontáneamente en pie en un momento de subidón muy intenso. A partir de ahí, el concierto discurrió de maravilla y se sucedieron canciones que hicieron vibrar al entregado público.



 El repertorio alternó  las diez canciones del último disco con la mayoría del primero. También tocaron su versión del "Common people" de Pulp. A mí, personalmente, me faltó que tocaran "Roma" pero salí muy satisfecho, sobre todo porque aquellas canciones que me gustan menos, mejoraron mucho en directo.

                        
                          Manel interpretando "Aniversari" el día de mi cumpleaños

En definitiva, un emocionante y magnífico concierto que supuso el cierre perfecto para mi día de celebración. Sin desmerecer en absoluto a mis acompañantes, me dio mucha lástima que más de uno se quedara sin entrada. Me hubiera gustado teneros a todos allí conmigo.