viernes, 25 de febrero de 2011

PROBANDO CON LOS CLÁSICOS

 Hace un par de meses, la encargada de la biblioteca de mi centro me preguntó almorzando qué estaba leyendo últimamente. La pregunta me gustó porque hasta que te conocen, alguna gente piensa que los de ciencias de mi edad leemos cosas como el "Muy interesante" y poco más. Así que le conté los libros que había leído recientemente. De ahí surgió una conversación sobre las novelas que más nos habían gustado a lo largo de la vida y ella advirtió mis carencias en lo que consideraba "clásicos de la literatura". En ningún momento desmereció lo que yo había leído, pero empezó a hablarme del carácter imperecedero de estas obras, de sus temas y personajes que permanecen actuales y mantienen su atractivo con el paso de las décadas.  El caso es que le propuse que me recomendara un clásico y que ese mismo día me lo compraba. De los tres títulos que me dijo, "Madame Bovary" de Gustave Flaubert fue el primero que encontré en la sección de bolsillo
 Ante todo, Madame Bovary es una gran obra por cómo está escrita, por la precisión y riqueza de sus descripciones. Sería muy frívolo e injusto decir que es la historia de una adúltera. Flaubert se encarga de describir tan minuciosamente lo que pasa por la cabeza de Emma Bovary, que el lector la comprende y empatiza con ella. Su única culpa es su deseo de vivir un gran amor, una aventura de pasión arrebatadora como las que de joven leía en multitud de libros. El problema es que la suerte no acompaña a Emma y se ahoga en un insípido matrimonio con un ingenuo y buen hombre que no sabe complacerla. Durante toda la lectura no paras de pensar lo diferente y beneficioso que hubiera sido para Emma vivir en el siglo XXI en vez de en el XIX, y es que Flaubert se sirve de su personaje para hacer una crítica a la estricta moralidad de la sociedad burguesa de la época. De todas formas, en la parte final, Emma va perdiendo los papeles y se extralimita de tal modo que su pecado recibe un contundente castigo que arrastrará a más personajes.
 Además de su innegable calidad, que invita a entregarse a su lectura, hay que reconocer que en el contexto de su tiempo es una obra arriesgada. De hecho, su publicación en 1857 fue un auténtico escándalo :
 Gustave Flaubert fue llevado a juicio por la supuesta inmoralidad de su obra: puede que el trato del autor hacia su heroína, describiéndola sin juzgarla , o el sutil erotismo de sus actos, crearan una gran controversia. Afortunadamente, Flaubert fue absuelto y la obra se siguió distribuyendo con un gran éxito, lógicamente incrementado por el morbo generado en el juicio.
 Ha sido una muy buena experiencia con "los clásicos" ...procuraré alternarlos con la sección de novedades.

1 comentario:

  1. He de confesar, para gran vergüenza mía, que este libro no me gustó demasiado. Y me imagino que cuando uno lee un clásico y no le gusta o no le dice nada o le resulta indiferente (como me resultó a mí esta novela) la culpa no es del clásico sino de uno mismo, así que me confieso.

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