miércoles, 18 de agosto de 2010

AMANECER EN GDANSK



 El último día de nuestra estancia en Polonia, al abrir la ventana de nuestro céntrico y bien equipado apartamento, que daba a un patio de manzana, me encontré con esta imagen. La última de las tomadas por mi cámara. Este sujeto se había subido al tejado del pequeño edificio frente al nuestro para dormir tranquilamente, después de la que supongo fue una noche de borrachera descomunal. Al principio nuestro nuevo amigo no movía ni un músculo, pero poco a poco el ruido de la ciudad que empezaba a despertar, fue alterando su profundo estado de somnolencia etílica. Lo curioso es que se levantó como quien se despertara en la mejor de las camas, con los habituales bostezos y estiramientos para desperezarse. Minutos después se marchó, pero no vimos cómo. Me pregunto qué percance nocturno le llevaría a acabar en el tejado de la casa y la anécdota, como despedida del viaje, me resultó graciosa.
 Pero no quiero que os quedéis con esta idea de Gdansk, porque es una ciudad preciosa al Norte de Polonia. Además de ser históricamente conocida por estar en la zona de entrada de los alemanes en la Segunda Guerra Mundial o por los astilleros que albergaron la revuelta sindical que lideró Lech Walesa, Gdansk cuenta con múltiples virtudes para el turista. Yo me quedo principalmente con sus numerosas calles y plazas delimitadas por sus coloridos edificios, por su paseo del puerto, con su grúa medieval, su impresionante iglesia (al menos desde el exterior) etc.
                         

Desde Gdansk se pueden hacer dos visitas muy recomendables: el inmenso castillo de Malbork y las impresionantes  dunas móviles del parque natural de Slowinski que te dan la sensación de estar en pleno desierto. Una vez atravesadas, te puedes dar un refrescante baño en el Báltico.

                         
                                        Mis compañeros,  resignados y preparados para atravesar las dunas

 Después de una travesía de unos 5 Km en bicicleta por un camino que atraviesa un frondoso bosque de abetos, llegamos a este impactante paisaje radicalmente diferente, en el  que no tienes otro remedio que atravesar las gigantescas dunas para ganarte un merecido baño en el mar.
 Todo esto, sin incluir al personaje del comienzo, hacen de Gdansk, junto con Cracovia, Varsovia y Torun, una parada imprescindible de quien quiera visitar Polonia.

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